Es la hora del amanecer. De estirarnos. De desear que nuestro día sea espléndido. De hacer nuestra Sadhana.

Hoy quiero hablaros de ese momento mágico cuando la energía del día se iguala a la de la noche. Si alguna vez habéis asistido a la salida del sol seguro que habéis notado ese momento en el que reina la calma; los animales diurnos duermen, los pájaros aún no cantan, incluso las hojas de los árboles permanecen inmóviles. Ese es el momento en el que empezamos a abrir los ojos de forma natural. Nos despertamos y aún inmóviles y con la mente despejada nos preguntamos qué hora será.

La Sadhana es ese entrenamiento diario que nos ayuda a compensar los excesos del día a día y a trabajar aquellos objetivos por los que estamos dispuestos a esforzarnos.

Por la mañana lo mejor es animar al cuerpo desperezándose con estiramientos y elegir rutinas con respiraciones vigorizantes, estos pranayamas estimulantes nos ayudan a activar el sistema cardiovascular.

Para el equilibrio mental siempre son bienvenidos los mensajes de “buen rollito” es el momento de las afirmaciones y los mensajes positivos.

En el aporte emocional están los objetivos del día. Conviene ser prudente eligiendo no más de tres; siempre será más estimulante ver que hemos realizado esas tres tareas y quizás otras que han ido surgiendo que realizar cinco y quedarnos con el pesar de no haber llegado a hacer las 10 que planificamos.

Otro momento mágico para nuestra práctica sería al anochecer. En este caso, la sesión ha de buscar compensar los efectos del día. Físicamente buscaremos karanas, (movimientos conscientes y dinámicos) que nos ayuden a estirar sin forzar, así como el mantenimiento prolongado de las asanas con una mayor conciencia en la respiración para a través de ella llegar a soltar el bullicio del día, a la calma mental y a la meditación. Ahora es el momento de repasar lo conseguido y darnos las gracias.

Om tat sat. Aurora Rodríguez